Por Johanna Maria Theile
Universidad de Chile
Johanna Maria Theile es conservadora y restauradora, profesora de la Universidad de Chile, miembro de dos directorios de conservación de la UNESCO (Directory Board del ICOM-CC (International Council of Museums-Committee for Conservation) y del Directory Board ICOM Disaster Relief Task Force). Nacida en Valparaiso, Chile, por accidente, aunque habitante de Chile por elección, tengo el honor de conocerla y mantener un trato amistoso.
Su vida profesional es intensa y admirable, trabaja en el salvataje y restauración de archivos de todo el planeta, como los miles de manuscritos islámicos de siglos de antigüedad, de las bibliotecas de Tombuctú y el Museo de Sahel, en Gao, que resultaron dañados después del golpe de estado que sufrió Mali, Africa, en 2012; o cuando el histórico Instituto Egipcio, en El Cairo, creado por Napoleón ardió en llamas en 2011 y con él la más importante colección de manuscritos y mapas del país. Estos son sólo algunos ejemplos de su apasionante actividad.
Agradezco que me haya permitido publicar estas charlas en mi página que no dudo les resultarán de mucho interés. Algunos consejos pueden resultar demasiado técnicos para el investigador amateur, pero de todos modos consideré que es importante darlos a conocer.
Restauración de Libros
El material y el método de fabricación de los libros han variado con los siglos. Originalmente fueron largos rollos de papiro. El primer volumen, con la forma que conocemos actualmente, fue confeccionado en el Medio Oriente, al comienzo de la era cristiana, juntando páginas individuales de pergamino o vitela, cosidas a tapas de madera recubiertas de cuero. Esta práctica se desarrolló lentamente.
Los primeros libros hechos en imprenta surgieron en el siglo XV. La mayoría de ellos tenía tapas de cuero, aunque la mayoría poseían tapas de madera, marfil y plata. En el siglo XIX se comenzaron a usar tapas de lino.
Los libros son fácilmente atacados por insectos que gustan de la humedad alta y se alimentan del pegamento antiguo. Algunos de estos insectos también necesitan calor para vivir. Los más peligrosos son las termitas, que comen todos los componentes de un libro. Por esto hay que mantener los libros limpios y revisar frecuentemente su estado. A las estanterías puede aplicárseles una laca que no deja pasar a los insectos de la madera hacia el libro.
También los libros pueden ser atacados por el ácido llamado formaldehído que se desprende de las estanterías de madera, un daño bastante frecuente que produce contaminación interna.
Libro dañado por formaldehído
Libros de cuero
Los libros de cuero son muy sensibles y se pueden descomponer por absorción de ácido sulfúrico del ambiente, fenómeno que se evidencia por la aparición de grietas en las tapas, y desemboca en una descomposición que produce un polvo café (marrón) rojizo. Se puede hacer limpieza con agua y un detergente suave, con abundante espuma que se aplica sobre el libro abierto, dejando secar al aire. Luego la tapa puede tratarse con una emulsión para conservar el cuero. La más común es la emulsión del British Museum Leather Dressing (BMLD), que explicó detalladamente en el capitulo de cuero. Se aplica por dos días y después con un paño, se le saca brillo. En los libros de cuero actuales hay que tener cuidado al emplear agua, porque algunos tienen un tratamiento basado en potasio.
Libros con cubiertas de pergamino
El nombre viene de la ciudad de Pergamum. El pergamino se fabrica con piel de animal. La vitela es
piel de ternero, mientras que el pergamino se fabrica con piel de cordero. Por su origen animal, el principal elemento constituyente del pergamino y la vitela es el colágeno, proteína formada por unidades de aminoácidos unidas entre sí generando una gran cadena.
Estos libros también se pueden limpiar con agua destilada y detergente suave, mediante una esponja que produzca bastante espuma. Luego se aplica el tratamiento de BMLD. Pero en una capa muy fina, pues el pergamino no absorbe bien la solución, después de unas horas podrá sacarle brillo. Para recuperar la belleza original del pergamino se agrega leche a un trapo limpio y suave que se pasa por la superficie.
Libros con tapas de lino
Los libros con tapas de lino se tratan con cualquier producto de limpieza disponible en el mercado, el cual se pone sobre un trapo limpio que se aplica a la tapa. Nunca debe colocarse el líquido directamente sobre la tapa del libro para allí distribuirlo, porque esta forma de operación deja manchas en la tapa. Estos libros son menos sensibles a la humedad, pero pueden ser atacados por insectos.
Libros con tapas de cartón
Muy usados actualmente para abaratar los costos de los libros. La tapa se puede limpiar del polvo con un trapo suave. Si la suciedad es mayor puede utilizarse una goma de borrar blanda. Los libros con tapas de cartón son sensibles a los hongos si se les expone a las humedades relativas altas. Tampoco conviene exponerlos a la luz. No se les debe doblar al leer, ya que en un libro de este tipo las costuras se sueltan fácilmente, de modo que es posible quedarse con las hojas sueltas en la mano. Las páginas interiores son de papel, cuyo moderno origen es la celulosa vegetal, obtenida antiguamente de algodón o trapos, y hoy día de la madera. Las fibras largas y fuertes de la celulosa permiten una fabricación de alta calidad, pero debe tenerse en cuenta que este material es atacado con facilidad por hongos o insectos.
Para todo tipo de libro antiguo y valioso se recomienda hacer una caja de conservación que explicaré en detalle más adelante.
Montaje
Para el montaje de un libro se recomienda hacer una base de cartón forrado en género de color neutro al tamaño del libro y de tal manera que el libro no esté totalmente abierto. La página que se quiere mostrar se puede afirmar con un hilo de nylon para que no se quiebre.
Montaje de un libro con cartón sin ácido y lino neutro
Lo que NO debe hacer con sus libros:
- Al guardarlo en una estantería, no apretarlos demasiado entre sí.
- No apilarlos unos sobre otros porque se aplastan las tapas.
- No abrirlo demasiado durante la lectura porque se puede desarmar.
- Si algo le interesa especialmente, no lo anote en los bordes o subraye la línea, y menos aún arranque la página del libro.
- No tirarlo al suelo.
- Trate su libro con más cariño
Los libros grandes deben ser acostados sobre la repisa de modo que no sobresalgan. Evite colocarlos apilados en demasía, porque el peso daña. Especial cuidado se debe tener con el primer y el último libro de la estantería. Es conveniente colocar allí un trozo de madera, de forma que sea fácil sacarlos, deslizarlo sin soportar todo el peso de los otros libros. Si es posible hay que ordenarlos según su altura, para no exigir demasiado a los más chicos. Al trasladar libros evite cargarlos en cantidades poco manipulables, pues al caer se dañan fácilmente.
Por muy agradable que sea leer un libro con un trago en mano y con algo rico para picar al lado, no es recomendable pero si lo quiere hacer tiene que sacar todos los restos de su aperitivo antes de abandonar la biblioteca ya que los restos atraen a los ratones.
Cuidado con los gatos, suelen afilarse las uñas con los libros. Revise los libros de vez en cuando para desempolvarlos y verificar posibles daños causados por insectos. No ponga libros a ras de suelo, ni apoye estanterías contra muros que den al exterior, pues son húmedos; los libros que están expuestos a una humedad superior al 65%, crían hongos.
No se debe exponer un libro al sol ni al calor producido por una estufa, puesto que aumenta el riesgo de ataque de ácidos (contenidos en el papel) que pueden reaccionar en este ambiente. En la celulosa, los pergaminos y los adhesivos, la humedad está retenida por efecto de enlaces semiquímicos, que mantienen un equilibrio que depende de la humedad del aire que los rodea. Si variamos la humedad produciendo sequedad, habrá deformaciones. Lo anterior explica por qué se doblan las tapas de los libros cuando se leen junto a una chimenea. También explica la contracción de los pergaminos y vitelas. De modo que no ubique su estantería cerca de una chimenea o ventana donde pueda llegar el sol, y mantenga la estufa lejos de los libros. Es malo guardar libros en bodegas, porque éstas son muy húmedas.
Estanterías
Es conveniente asegurarse que la estantería tenga la resistencia adecuada para sostener los libros. Los distintos niveles del estante deben descansar en base a que distribuyan bien el peso. No coloque los libros pegados a la pared, pues se limita la circulación de aire. Además, de vez en cuando, abra las ventanas para ventilar la pieza.
Es muy importante que entre cada repisa haya suficiente espacio para poder sacar un libro sin problemas y poder leer los títulos. No ubique la estantería donde exista un enchufe, puesto que el movimiento obligado de los libros al conectar aparatos, producirá daños.
La estantería puede ser de metal o madera. El metal tiene la ventaja de no ser atacados por insectos, aunque - como buen conductor de calor- provoca condensación; así que es preferible colocar el libro de manera que no contacte directamente el metal. Como material de separación se puede usar corcho. Los materiales vinílicos no son recomendables debido al riesgo de manchar las cubiertas por su tendencia a adherirse. Por otra parte, es cierto que una estantería de madera puede tener termitas que luego pasen a los libros, pero la madera no se calienta fácilmente, ni se enfría rápido. Además la madera no pintada ayuda a estabilizar la humedad de la pieza. Los libros más valiosos o dañados guárdelos en una caja hecha especialmente para ellos.
Cajas de conservación
1.- Tome las medidas del libro. Coloque un trozo de cartón un poco más grande que el libro encima de un género.
Luego se deja medio centímetro para ubicar un cartón del ancho de la solapa, se deja otro medio centímetro y se pone el cartón B del mismo tamaño del libro, recortado al tamaño exacto del libro. Este medio centímetro se deja para dar flexibilidad a la caja al cerrarla.
Después de doblar el género hacia los cartones, péguelos con cola fría. Para no formar bultos en los ángulos, corte con la tijera en V en estos lugares. El resultado será una tira larga compuesta por el cartón A, la solapa y el cartón B.
2.- La caja A se hace de cartón, es un poco superior al ancho real del libro. Los ángulos se pegan con cola fría que se deja secar. Después se hace la caja B, que es del tamaño y altura exactos del libro. Se pega igual que la caja. Una vez bien secas ambas cajas, se forran con un género adecuado como lino, recomendándose colores que no cansen la vista, como beige, negro, etc.
Para que no se formen bultos en los ángulos, se cortan. Al pegar el género es bueno usar regla o una espátula de madera para que no quede un hueco entre la esquina que forman la cartulina y el género.
Una vez secas las cajas forradas, se pegan con cola fría en la tira larga de género donde están las bases A y B. Obviamente se pega la caja A a la base A, y la caja B a la base B. Para hacer más estética la caja, se coloca un género que va desde el comienzo de la parte baja de la caja A hasta el otro extremo, o sea el final de la caja B, cubriendo de este modo el trozo de la solapa.
Cuando esté bien seca la caja, coloque su libro en el lugar B, idéntico al tamaño de su libro, y use el lado A como tapa.
Restauración de los libros
El objetivo esencial de la encuadernación es el de proteger y conservar los libros del desgaste natural y manipulación.
La encuadernación es un oficio que necesita años de experiencia profesional y todo restaurador, además de la practica debe tener conocimiento de su historia y de los estilos, por ello es recomendable dejar las tareas difíciles a un profesional calificado, sobre todo cuando se trate de restaurar encuadernaciones en piel (cuero) o libros de gran valor.
Dobleces y pliegues
Los dobleces, pliegues o arrugas que habitualmente encontramos en los libros son difíciles, pero no imposibles de eliminar.
Frótelos con una plegadera y colóquelos en una prensa o con un peso encima. Si este sistema no funciona, coloque varias hojas de papel secante blanco (o papel filtro) debajo de la hoja a reparar, humedezca el pliegue y cúbralo con otro papel secante, presione luego con una plancha tibias.
Hojas rasgadas
Se usa papel tisú para reparar documentos. Se debe aplicar sobre el rasgado sólo por un lado con adhesivo metilcelulosa. Frote con una plegadera para sacar el aire y el resto de adhesivo. No olvide colocar papel encerado o un trozo de MAYLAR debajo y sobre la reparación, prense con pesas y deje secar.
Cómo se pega
Los pedazos chicos pueden pegarse con una emulsión de acetato de polivinilo. Si se trata de trozos más grandes, hay que emplear resina acrílica. En cualquier caso, antes de pegar, debe limpiarse cuidadosamente. Mientras se fragua el pegamento hay que amarrar el objeto, hasta que se seque bien.
Reparación de faltante o agujeros producidos por insectos
Puede hacer una pasta o pulpa de papel libre de ácido(desfibrar el papel en trozos pequeños y amasarlo con agua tibia y una cuchara). Colocar un cartón o acrílico debajo de la hoja con agujero, humedecer brevemente con agua el lugar dañado y colocar la pasta/pulpa de acuerdo al tamaño de los agujeros, luego con una cuchara o instrumento de superficie plana, alisar la pasta. Una vez que se ha secado, las fibras de la pulpa y del papel se habrán entrelazado, dando por terminada la tarea.
Repara faltantes
Si existen hojas con faltantes, primero se debe buscar papel similar en grosor, color, textura, etc. e injertar el parche según el siguiente procedimiento:
a) Dibujar el molde del faltante y cortar el papel con los dedos para dejar unos flequillos.
b) Dejar debajo de la hoja a reparar papel MAYLAR o melinex.
c) Pegar los bordes con adhesivo metilcelulosa.
d) Colocar encima un trozo de MAYLAR y prensare con pesas.
Reparación de cubiertas o tapas
Las tapas o cubiertas de los libros son muy vulnerables a estropearse por el uso y la reubicación en las estanterías. Si sólo se ha despegado el cuero o la tela péguelo con un adhesivo adecuado, por ejemplo PVA, engrudo de harina, etc.
Libro antes y después de la restauración
Reparación de esquinas deterioradas
Como las cubiertas protegen un libro, ellas son las que sufren mayores daños en lomos, bisagras, cubiertas y esquinas.
Si se ha perdido o desgastado una esquina, envuélvala con el mismo material de la cubierta; telas o cueros, que pueden ser teñidas para darles el mismo tono y realice las siguientes tareas:
1.- Coloque el paño a través del borde exterior en dos direcciones formando una solapa triangular; deslice cuidadosamente el cuchillo o bisturí debajo del cuero, levantándolo. Si desea conservar las mismas guardas repita la operación con el borde interior.
2.- Corte un parche triangular de un nuevo material que pueda ir debajo de la solapa con 12 mm más grande para luego cubrir la esquina. Si usa cuero, éste debe ser adelgazado, lo más que pueda.
3.- Aplique adhesivo PVA debajo del parche y del cartón, colóquelo en el lugar necesario y frote cuidadosamente con los dedos incluyendo la solapa. Recuerde que los parches deben ser levemente mayores que el cartón para doblarlos y dejar bien cubiertas las esquinas.
4.- Doble los lados sobre el borde del cartón y arréglelos de manera que vaya con las vueltas al interior.
5.- Pegue con adhesivo PVA las esquinas levantadas, lo mismo que las guardas.
Reparación de bisagras rotas
Uno de los daños en mayor proporción que encontramos en los libros son las bisagras rotas.
Pasos que se deben seguir:
1.- Pegue al lomo con adhesivo PVA cabezadas muy parecidas a las originales.
2.- Reemplazar con un nuevo paño.
3.- Separe el libro de la cubierta, coloque gasa y guardas nuevas de longitud acorde a la del lomo, más dos o tres cm por cada lado, agregue adhesivo en el lomo y fije con una plegadera.
4.- Refuerce el lomo agregándole un trozo de papel kraft, debe ir de lado con algunos cm menos en la parte superior e inferior (la fibra de papel debe ser paralela al lomo).
5.- Ponga las tapas al libro y asegúrese que quede bien, con los márgenes iguales.
Aquí tenemos algunos dibujos para que Usted entienda mejor el texto |